La respuesta a esta pregunta es diferente para cada persona y he descubierto que según quién, hay quien defiende y lucha a muerte por su “razón”. En este video te cuento un caso práctico para que puedas analizarlo pensar cuál es tu caso.
Si bien es cierto que hay temas que no podemos dejar pasar por ser de gran importancia para nosotros, también es cierto que muchas veces peleamos o tenemos desencuentros por cosas que en realidad no son tan importantes. Esto nos resta alegría y puede generar tensión.
Hay personas que se enzarzan en discusiones (incluso con personas que son queridas para ellas) por tratar de demostrar que “tienen razón” y que ellas “saben bien la mejor opción”. Esas personas se ponen por encima del otro generando malestar y sobre todo, abandonando una postura de respeto por el otro. Otra versión son las tipologías que te dicen lo que tienes que hacer “para ayudarte” porque piensan que su propuesta es la mejor para el otro. Aunque en esa perspectiva quieran “salvar al otro”, de igual manera se tornan invasoras y por tanto, irrespetuosas.
Cuando tienes la razón no necesitas convencer al otro a toda costa de nada, te basta con saberlo tú y actuar en consecuencia. Cuando sabes que el otro es tan sabio como tú y sabes que cada uno es la mejor fuente de sabiduría para uno mismo, no peleas por salvar a nadie, y menos si no te lo ha pedido.
Seguir sonriendo y generando un espacio de seguridad para el otro es algo bello y que facilita el fluir de las relaciones. ¿Te apuntas?
Con cariño e ilusión,
Marta