Hablemos del dolor que sientes…
De ese dolor en el pecho que no te deja respirar por la injusticias que soportas. De tus labios apretados que te contienen ante lo que te duele y te molesta, y que prefieres no abrir por seguir aguantando… Hablemos de tus sudores cuando te maltratan o te hablan sin el respeto ni el cuidado que tu piel merece… O hablemos de los dardos que te lanzan cuando sólo intentabas ayudar al otro. Podemos hablar de tu espalda lastimada al doblarse cargando con los pesos que otros decidieron no llevar… Hablemos del dolor en tu rostro esclavo que con mueca forzada sonríe, porque se te exige buena cara aunque se te esté rompiendo el alma…
Tanto tiempo y tanto esfuerzo puesto en soportar lo doloroso, aquello que no te hace bien… Eso que te silencia, que te hace invisible, que te somete, que te vende y te sacrifica…
Toda esa energía que empleas, requiere de una fuerza descomunal, y si decides darle la vuelta, pasará de sufrimiento a una colosal valentía, que pondrá fin a lo que te daña y te lastima.
¿Ves la enorme fuerza que tienes? ¿Acaso no lo ves?
No pienses por un instante, ni por uno sólo, que no puedes. Porque lo duro es aguantar lo que ya estás soportando.
Confrontarlo y cambiarlo es más ligero, se acerca a esa sensación de soltar las cargas para sentirte en paz. Te da miedo el cambio, sí, pero en el cambio está la respuesta… fluyendo hacia un amanecer mejor.
Te aseguro que es mucho más agotador vivir en lucha, que vivir siendo tú mismo. Que es mucho más cansado pelear cada día en el silencio y en la soledad de tu angustia, de tu desasosiego, y seguir callando mientras actúas en tu papel para que no se note.
Y así, que los demás vean que eres como ellos esperan que seas. Que sigues siendo y cumpliendo con lo que ellos quieren de ti; aunque por dentro estalles de rabia o de asco por permitirlo.
No es tarde. Nunca lo es.
Las noches son largas, es cierto, pero siempre hay estrellas para ti.
Alarga tu mano y coge una. Esa que deseas. Muévete hacia ella, haz tu recorrido. Ella brilla para ti, y tú sabes que está… sólo tienes que ir a buscarla.
Y cada larga noche va seguida de nuevo amanecer. Es una preciosa oportunidad para soltar el dolor y empezar tu nuevo camino.
Comienza por amarte con todo. Como lo harías con un bebé, de manera incondicional. Amarte con lo que te gusta y con lo que no te gusta de tu persona, porque eso – hoy- también, forma parte de ti. Y sólo cuando lo reconoces y le das hueco, puedes cambiarlo si lo deseas.
Abraza el silencio de tu Ser. La serenidad de tu Ser. La sabiduría que hay dentro de ti. En la calma de tu interior, en tu intimidad interna, está el camino de vuelta a casa.
Ante la vida, no nos queda otra opción que seguir avanzando. Y hemos de hacerlo en la mejor dirección. La que nos hace resurgir para caminar hacia lo que nos devuelve a nuestra plenitud, hacia lo que nos expande.
Aparta la turbulencia de tu vida y corta con lo que te aleja de ti, con lo que te separa de tu centro.
Cada día es un nuevo comienzo.
Sólo tienes que priorizar lo que quieres y después hacerlo.
Ojalá que tu prioridad seas tú,