Mucha gente ante un profesional de la salud, tiende a aceptar y acatar lo que le dice que tiene que hacer sin apenas preguntar información. Esto es perfecto ya que cada uno hace lo que quiere y debe ser libre para hacerlo. Otra posibilidad es preguntar los QUÉ (tristeza auténtica): qué diagnóstico tiene, qué objetivos te propone, qué implica mejorar…
Ante eso, y la piel fina de muchas personas junto con su falta de conexión con las emociones auténticas, hace que a menudo surjan disfunciones emocionales. Algunas de ellas son: ponerse por encima, pedantería dándote lecciones, etiquetarte como persona controladora por querer saber, minimización, decirte que te entregues y confíes en el proceso porque él sabe lo que necesitas… En fin, todo un collar de disfunciones que conviene diagnosticar para no perderse en los lodos que tanto abundan…
Te propongo que no te sientas menos que nadie ni tampoco superior. Que no endioses ni idolatres a nadie por muy famoso que sea o por muchos seguidores que tenga. Tú también sabes, y es tu decisión y responsabilidad última decidir lo que haces con tu cuerpo y con tu vida, y por eso pedir información es bueno para ti.
La prudencia de anticiparte a algo que quizá no quieras perder es saludable. La inteligencia de recabar conocimientos para buscar las mejores soluciones es necesaria. Es justo que tengas la información que te atañe para no someterte a ciegas. Y hacer todo esto, es motivo de orgullo cuando con valentía te pones en tu sitio y ocupas con sencillez tu lugar. Todo lo anterior, refleja cuidado y amor por ti mismo.
Así que mantén tu sabia curiosidad por encontrar la verdad de lo que cualquiera te propone, porque es una cualidad maravillosa.
Decidas lo que decidas, confía en ti.
Con prudencia, inteligencia y salud,
Marta